Thursday, April 20, 2006
Abuelos
Este mes ha sido súper intenso.
La señora Eduarda del Carmen Márquez partió con San Pedro a bordar el cielo.
Mi abuelita Carmen.
Una etapa de mi vida también se fue con ella. Pero no quiero hablar de tristeza, mi abueli ya tenía 92 y aguantó un montón. Hace poco estuve cuando se fue la mamá de una amiga, súper sorpresivamente. Una de las mujeres más impresionanates que conocí (te mando un beso gigante Rose).
Mi abuelo es otro caso, a pesar de que jamás me pescó y la verdad -no tengo para que mentir- no soy muy cercana a él... sí puedo sentir que la sangre tira. Y este hombre estricto y gruñón que yo recordaba cuando era chica, se ha vuelto como más dulce, más niño... se le achicó el cuerpo. Anda con la risa fácil, hecha tallas, coquetea... jaja es muy bueno verlo ahora y poder quedarme con esta imagen. Tiene cáncer y pienso que no se va a demorar mucho en partir.
La otra vez que fuimos a su casa los hijos y nietos de él, un poco como para irse despidiendo aunque nadie lo diga, ese es el sentido que tuvo el encuentro. La casa que yo recordaba gigante, resulta que era chica... el pasillo interminable... ni tan grande, todo tomó otra dimensión. También mi abuelo gruñón.
La señora Eduarda del Carmen Márquez partió con San Pedro a bordar el cielo.
Mi abuelita Carmen.
Una etapa de mi vida también se fue con ella. Pero no quiero hablar de tristeza, mi abueli ya tenía 92 y aguantó un montón. Hace poco estuve cuando se fue la mamá de una amiga, súper sorpresivamente. Una de las mujeres más impresionanates que conocí (te mando un beso gigante Rose).
Mi abuelo es otro caso, a pesar de que jamás me pescó y la verdad -no tengo para que mentir- no soy muy cercana a él... sí puedo sentir que la sangre tira. Y este hombre estricto y gruñón que yo recordaba cuando era chica, se ha vuelto como más dulce, más niño... se le achicó el cuerpo. Anda con la risa fácil, hecha tallas, coquetea... jaja es muy bueno verlo ahora y poder quedarme con esta imagen. Tiene cáncer y pienso que no se va a demorar mucho en partir.
La otra vez que fuimos a su casa los hijos y nietos de él, un poco como para irse despidiendo aunque nadie lo diga, ese es el sentido que tuvo el encuentro. La casa que yo recordaba gigante, resulta que era chica... el pasillo interminable... ni tan grande, todo tomó otra dimensión. También mi abuelo gruñón.
